Kimberly-Clark: Nuestras escuelas dan la nota
Kimberly-Clark es la compañía líder mundial en la fabricación de descartables para la higiene y el cuidado personal. Entre sus marcas se incluyen Huggies, Pull-Ups, Depend Plenitud, Day's, Lina, Light Day's, Kleenex y Scott, entre otras. Actualmente considerada una de las empresas globales más admiradas, Kimberly-Clark es una gran comunidad que confía y respeta a su gente, que se preocupa por ofrecer productos de calidad superior y así exceder las expectativas de sus clientes. Es una empresa comprometida con la comunidad, debido a sus principios y valores que los guían desde sus comienzos. Para desarrollarse con excelencia se preocupa por el bienestar de la gente con la que trabaja, sus clientes y la comunidad en la que está inserta. Debido a esto, toma en cuenta las necesidades sociales e implementa programas de apoyo destinados a mejorar la calidad de vida de los sectores más desprotegidos. La cultura de Kimberly-Clark es el compromiso con la comunidad, articulando sus principios y valores históricos. Una de las características de estos valores es la implementación de programas de apoyo para los sectores más desprotegidos, mejorando la calidad de vida en las áreas de salud, cultura y educación. El programa Nuestras escuelas dan la nota es un claro ejemplo de este trabajo y su historia muestra una compleja tarea de educación, integración y apertura de nuevos horizontes entre niños y adultos de la tercera edad.
El programa Nuestras escuelas dan la nota fue implementado en 2006 con un objetivo ambicioso: el de generar una puesta en escena de gran complejidad de una obra del repertorio clásico. El programa tenía como objetivo crear una experiencia de diálogo intergeneracional entre chicos, adolescentes, docentes y abuelos, una práctica de expresión artística conjunta. Este programa continúa naturalmente una constante política de actividad social y cultural de Kimberly-Clark iniciada desde su misma instalación en Argentina, en 1992.
La organización Kimberly-Clark tiene una cultura orientada a la responsabilidad social en todo el mundo. A finales del año 2001, en el marco de la grave crisis económica y social argentina, la compañía decidió reforzar su compromiso con un programa sistémico de Relaciones con la Comunidad. El mismo, guiado por principios como la preocupación por los demás, la búsqueda de acciones concretas; un horizonte que va más allá del asistencialismo con acciones de mediano y largo plazo que alimenten los valores del trabajo, el esfuerzo, la educación, la autoestima y el espíritu emprendedor. El foco siempre está colocado en los más chicos, que suelen ser los más vulnerables, y en la continuidad en el tiempo de los esfuerzos.
El resultado fue el Plan de Relaciones con la Comunidad Proyectar para actuar en las áreas de salud y alimentación, educación y cultura. En su primera etapa, socios estratégicos como el MALBA, la Fundación Leer, la Fundación Marco Avellaneda, el Jardín Maternal Jesús Misericordioso de Pilar, la Fundación Sociedad Argentina de Pediatría, el policlínico Regional de San Luis y el Hospital de Niños Pedro de Elizalde participaron en el programa.
En etapas sucesivas, el programa se complementó con propuestas de largo plazo y gran alcance como: Scott en Jardines, para mejorar la salud y la calidad de vida de los chicos involucrados; Nosotros Mismos, para reforzar la formación de los niños en los valores del trabajo en equipo y el espíritu emprendedor; El Cine en tu Escuela, para que alumnos de bajos recursos accedieran - muchos de ellos por primera vez- a la experiencia de aprender de la mano de las tecnologías audiovisuales y Talleres Educativos sobre la Adolescencia y el Cuidado del cuerpo, para informarse y reflexionar sobre los cambios físicos y emocionales que enfrentan los adolescentes.
Todos los programas que integran Proyectar, el plan de relaciones con la comunidad, tienen un denominador común: la participación activa de los chicos. Lejos de considerarlos como meros receptores pasivos de asistencia, Kimberly-Clark apeló a su curiosidad y a su entusiasmo para involucrarlos como verdaderos protagonistas. El aprendizaje, la superación, el valor del esfuerzo del trabajo conjunto. Los programas tuvieron un alcance realmente alto, llegando a cientos de scuelas y jardines de infantes y a más de 100,000 beneficiarios directos.
Descripción
El programa Nuestras escuelas dan la nota nace de la experiencia de más de una década de actividades sociales en la que el plan de relaciones con la comunidad perfeccionó un sistema de contacto entre escuelas -públicas y privadas, laicas y religiosas- con o sin actividad musical, y entidades que reúnen personas de la tercera edad.
La primera etapa en el programa Nuestras escuelas dan la nota fue la selección de 18 escuelas y grupos que participan en ensayos y trabajos, lo que tomó aproximadamente seis semanas. Siguen cuatro meses de capacitación docente y trabajo en las aulas. Luego, un mes de ensayos generales, conciertos de práctica y evaluación. El objetivo principal del programa es llegar a chicos de entre 11 y 17 años, esto es, la banda etaria que va del final de la escuela primaria al final de la secundaria.
En la primera parte del programa -cuatro meses-los alumnos ensayaron cada quince días durante tres horas, trabajando en la obra concreta a estrenar. Esta grilla se acelera a medida que se acerca la fecha del concierto. Como se comprenderá, el trabajo de selección es complejo, porque implica crear compromisos con escuelas, orquestas, coros juveniles y sus docentes, para un trabajo de seis meses.
Algunas particularidades surgieron a lo largo del programa. Tal es el caso de una de las escuelas participantes que no tenía maestro de música, por lo que los coordinadores del programa procuraron un docente para instruir a los chicos durante las prácticas. Para la población de esta escuela, participar en Nuestras escuelas dan la nota significó su primera experiencia musical. Sucedió además que en una escuela los chicos no contaban con instrumentos, y el coordinador se encargó de proveer los mismos para las prácticas. En otro caso, los chicos decidieron crear sus propios instrumentos musicales, con materiales diversos.
El formato de trabajo se centró en el desarrollo de conocimientos musicales y de la creatividad de los participantes. El marco de este trabajo fue preparar una pieza orquestal de gran complejidad, El carnaval de los animales. La pieza de Camille Saint Saéns consta de 14 actos que representan diferentes animales. Los chicos escucharon la obra completa y eligieron el animal a representar. Con el segmento elegido, cada grupo se concentró en las prácticas y la improvisación de los agregados que quisieran incluir. En algunos casos, se representó el acto con una canción, en otros con una representación musical improvisada. Algunas escuelas completaron la apuesta con una exposición plástica.
El 25 de octubre de 2006, Nuestras escuelas dan la nota llevó todo este trabajo al mayor escenario argentino, el Teatro Colón. 2500 personas llenaron la sala para ver más de 800 participantes del proyecto en el escenario. En el magnífico hall central del teatro se montó una muestra de los trabajos de artes plásticas de los chicos, incluyendo pinturas de los animales, máscaras y dibujos. En escena, varios de los grupos vestían sombreros representativos de su animal, hechos por ellos mismos durante la preparación de su trabajo. Es importante recalcar que fuera el Teatro Colon el escenario de la representación. En pleno proceso de restauración para su centenario, no fue fácil obtener la sala para este concierto: de hecho, pocos dÌas después cerró por dos años para la fase final de la refacción. Así fue que Kimberly-Clark pudo mostrarle esta sala mayor a muchos, muchos chicos que nunca habían tenido la oportunidad de visitarla y ese dÌa la hicieron suya. Para ellos y para sus familias fue una experiencia emotiva y especial.
También fue un día de orgullo para todos los participantes. El montaje de una obra de tal complejidad y con tantos participantes funcionó perfectamente, fue una muestra clarísima de la buena comunicación, el compromiso y la responsabilidad con que chicos y grandes tomaron el proyecto. Ochocientas personas se turnaron en el escenario sin demoras, con pulcra sincronización y con un evidente espíritu de igualdad y colaboración entre escuelas, grupos y edades diferentes.
Como definió Humberto López, Coordinador Musical del programa Nuestras escuelas dan la nota, “600 niños y 150 adultos se reunieron con el afán de hacer música. Creo que fundamentalmente la meta es la educación. Educación de los niños para que aprendan a desenvolverse mejor con los elementos musicales. Educación de los docentes para apreciar otra forma de enseñar música. Educación de los padres para que puedan vislumbrar los alcances de la música, de los artistas, de las autoridades educativas y de todos nosotros, para poder apreciar y aprovechar las bondades que nos depara el quehacer musical. Educar compartiendo. Educar no desde el lugar del que sabe, sino del que va aprendiendo a observar para aprovechar los mejores caminos del crecimiento. Somos destinatarios y a la vez hacedores de este proyecto. Compartiendo y aceptando sus ideas como parte del proceso. Enseñándoles y aprendiendo de ellos”.
Reconocimientos
No extraña que el programa de Kimberly-Clark, Nuestras escuelas dan la nota, fuera declarado de Interés Cultural por la Legislatura Autónoma de la Ciudad de Buenos Aires. Para la licenciada Beatriz García, Supervisora de Educación Musical del ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, “esta experiencia de encuentro e intercambio en un teatro emblemático, con una obra interpretada por una orquesta en vivo y versiones áulicas sobre sus números, trabajadas por los alumnos con sus docentes a partir de la improvisación, agrega a la diversidad sonora la riqueza de la creatividad. La inclusión de los adultos hace aun más trascendente y única esta experiencia. Fortalece el yo, el trabajo en grupo, la experiencia de lo nuevo, lo diferente, Vincula escuelas de Gestión Pública del Gobierna de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, escuelas de la Provincia de Buenos Aires y escuelas de Gestión Privada,” En 2001, el programa Nuestras Escuelas dan la Nota ya había sido integrado al área Escuela y Comunidad del Ministerio de Educación de la Nación dentro del programa Aprendizaje y Servicio. En 2003, el programa fue presentado en la Youth Conference of Service Learning por su inspirador y coordinador general, el profesor Humberto López. El programa argentino fue presentado con gran éxito en la conferencia en Minneapolis, Estados Unidos.
Ejecución
Kimberly-Clark presentó a Muchnik, Alurralde, Jasper & Asociados /MSL la tarea de comunicar su iniciativa y posicionar el programa Nuestras escuelas dan la nota en el panorama de tareas de responsabilidad social de la firma. Los públicos profesionales a contactar componen el amplio arco de periodistas que cubren temas de responsabilidad social y solidaridad, especialistas en temas de infancia y educación, equipos de redacción de sociedad-interés general y radios. El plan de trabajo comenzó con una etapa de producción previa de contenidos, mensajes y estrategia de comunicación, que incluyó los discursos de apertura del evento, mensaje institucional, press kit y coordinación de cobertura. La segunda fase fue la campaña de convocatoria, con press releases, contactos directos con los medios, invitaciones al evento en el Teatro Colón y coordinación de notas previas con los estudiantes participantes del programa. Finalmente, se planeó minuciosamente la recepción de invitados especiales, cuya participación fue seguida y confirmada previamente. Se organizó la acreditación, entrega de materiales, acceso a los protagonistas. También se hicieron fotografías propias, hechas disponibles a los medios, y se compilaron contenidos para distribución. Post evento, se enviaron press releases con los resultados y con fotos, se gestionaron entrevistas y coberturas, por medio del vocero designado.
Resultados
Ese día en el Teatro Colón más de tres mil personas de todas las edades tuvieron una experiencia imborrable de acercamiento a la música y de orgullo personal. Cientos de chicos, adolescentes y adultos mayores trabajaron juntos en una tarea compleja y creativa a lo largo de varios meses. La experiencia integró a sus familias y abrió puertas a la imaginación y a la creatividad, elementos importantes en lo formativo. Kimberly-Clark logró articular entre los participantes una vivencia real de los valores de integración, igualdad, colaboración, trabajo en equipo y respecto, que son los fundamentos de su trabajo social. Varias de las escuelas participantes tuvieron por primera vez educación musical, crearon instrumentos, articularon actividades plásticas alrededor del proyecto. Todos, chicos, jóvenes y adultos, trabajaron en grupos, crearon, ensayaron, cooperaron hacia un objetivo común complejo. Y tuvieron la alegría de comunicar su trabajo en un escenario de primer nivel, el mayor del país.